Clásica y siempre vigente: la French Press

Te presentamos uno de los métodos mas populares para filtrar café.

Es una de las favoritas de los baristas a lo largo y ancho del mundo. En este post te enseñamos a sacarle el mayor provecho en tu propia casa.

Se trata de uno de los métodos de extracción por inmersión más difundidos y no es extraño encontrar una de estas cafeteras en nuestros hogares. Sin embargo, a pesar de su popularidad la técnica utilizada en la preparación puede que no sea la correcta, de modo que estaríamos desaprovechando su gran potencial.

French Press

Preparar café por inmersión implica sumergir completamente las partículas de café en el agua, dejándolas infusionar por unos cuatro o cinco minutos para luego proceder al filtrado. La French Press, también conocida como “cafetera de émbolo”, filtra el café a través de una malla metálica que se sumerge suavemente en la misma jarra en la que preparamos y posteriormente serviremos nuestra bebida.

Mas allá de la practicidad, el filtro de malla metálica permite disfrutar de una bebida con más cuerpo y cierta textura viscosa que difícilmente se obtienen en los sistemas con filtros de papel. Requiere un poco de entrenamiento y práctica dominar las tres variables fundamentales, es decir molienda, temperatura del agua y tiempo de extracción, pero sin duda valdrá la pena independientemente de que nuestro café sea de especialidad o no.

Usar la French Press como un profesional

En primer lugar, si es que aún no te la has comprado, elige una cafetera de calidad, lo cual no necesariamente implica un gran gasto. Es recomendable elegir materiales durables tales como vidrio resistente al calor y piezas sólidas pero desarmables que faciliten la limpieza: invierte tu dinero con inteligencia.
Una vez que hayas elegido tu café, selecciona una molienda gruesa. Recordemos que el objetivo de moler el café es aumentar la superficie de contacto del café con el agua. Elegir una molienda gruesa nos permite extraer el material soluble en mayor tiempo y el filtro metálico retendrá una mayor cantidad de partículas.
Para dosificar el café utilizaremos un ratio de 15 gramos de café por cada 225 gramos de agua. No debemos dejar pasar más de 30 segundos al momento en que el agua alcanza el punto de ebullición, de este modo nos aseguramos de no sobrepasar los 90º.
Luego, con mucho amor, procederemos a la preinfusión agregando apenas 30 gr de agua, y dejamos reposar. Pasados entre 30 y 40 segundos agregamos el resto del agua.

El tiempo de infusión oscilará entre los 3 y los 5 minutos, de acuerdo con el perfil de tueste de nuestro café. Recuerda que cuanto más oscuro el grano menor densidad por lo que también tenemos mayor extracción de los compuestos solubles.
Tanto para la preinfusión como para la infusión total debemos ser muy cuidadosos al momento de verter el agua. Si no contamos con una caldera pico de ganso, alcanzará con que cuidemos que nuestro chorro sea fino y constante, vertiendo a una distancia de 5 a 10 cm del café y con un movimiento de espiral; de usar la “pico” la distancia puede ser mayor manteniendo el movimiento de espiral.
Pasado el tiempo de infusión, podremos remover, si lo deseamos, la espuma. Finalmente alcanzamos el gratificante momento de colocar y presionar el émbolo. La presión debe ser suave y continua, no debe aplicarse mucha fuerza y tampoco deberíamos encontrar demasiada resistencia. De darse estas situaciones, se deberá revisar la molienda y repasar el concepto de solubilidad.

A medida que vayamos adquiriendo dominio sobre las variables, podremos ir evolucionando en definir ratios específicos para los distintos cafés que pretendamos degustar.