El Sorocabana abre todas las tardes a las 17:00

La ciudad de Durazno es guardiana de un legado, un espacio sin tiempo, memoria de un país que sigue siendo, tan lejos y tan cerca de la Capital.

Intentar definir al Sorocabana es correr el riesgo de enamorarse de una utopía que, como tal, trasciende fronteras, se reinventa en las nuevas generaciones, y respeta a quien ha cultivado el oficio militante de estar “del otro lado del mostrador” por más de cincuenta años. Janet Rabino realiza este registro fotográfico del último Café Sorocabana que continúa abierto aún hoy, paradójicamente olvidado en el corazón del país.

D'Tertulia en Carmelo

El Mármol y el Mito

El mobiliario original de 1942, fecha en la que abrió el café, es mantenido por los propietarios y ha acompañado las dos mudanzas que tuvo el negocio. La última en 2006, hacia su actual ubicación en la esquina de L.A de Herrera y 18 de Julio.

Expresso per te

El sabor de un ritual

Actualmente la casa ofrece un café comercial tostado, molido y envasado en el país. Se prepara y se sirve a la manera tradicional de los “bolicheros de antes”, aquellos cuya mayor habilidad sensorial radica en escuchar a sus parroquianos para saber, entre otros variados detalles personales, cuáles son las preferencias de su paladar en cuanto al café.

Expresso per te

Espacio y tiempo

Las paredes sostienen registros que la memoria se niega a abandonar. Fotografías, retratos, antiguos carteles de publicidad y hasta la clásica literatura naranja de Coné visten muros y tabiques evocando una atmósfera bohemia y familiar a la vez.

Expresso per te

Iris, Bolichera

Durante más de cinco décadas, Iris Brech ha trabajado en el Sorocabana. Ella es la última representante en nuestro país de toda una estirpe dentro del oficio: los mozos del Sorocabana. “Empecé a los 14 años con el despacho de helados y a los 15 días pasé a la caja. A partir de ahí he hecho todo, todas las tareas… Se nace bolichero; mi nieta de 11 años quiere venir a trabajar acá cuando sea grande”.

Tiempos modernos

Tiempos modernos

El equipo de trabajo de “El Soro” se completa con la incorporación de una nueva generación en el negocio familiar. En la foto junto a Iris, Juan Diego Mediza y, vestida de rojo, Diana Gonzáles, su pareja, quienes han diseñado una propuesta gastronómica adaptada a las nuevas generaciones. Completan el cuadro, a la izquierda Stefany Acevedo y a la derecha Micaela Gonzáles, moza y ayudante de cocina respectivamente.

Sin apuro, sin pretensiones

Sin apuro, sin pretensiones

Ya sea por curiosidad, o por verdadera devoción a esa peculiar actividad humana de frecuentar cenáculos en torno al café, muchos son los que se apersonan, casi en peregrinación, para cumplir con un ritual que convierte al Sorocabana en una cita ineludible, en la ciudad.

Los que ya no están

Los que ya no están

En un rincón destacado se ubica una mesa muy especial a la que nunca le falta su pocillo de café. En ella, se homenajea a quienes han hecho del Sorocabana un ícono en la memoria colectiva de todo un país.